Capas de la consciencia: Conciencia de almacenamiento

La tercera capa de la consciencia es la más profunda. Hay muchos nombres para este tipo de consciencia. La tradición Mahayana la llama consciencia de almacenamiento, o “Alaya” en sánscrito. La tradición Theravada utiliza la palabra pali bhavanga para describir esta consciencia. Bhavanga significa fluir constantemente, como un río. La consciencia de almacenamiento también se denomina como consciencia raíz (“sarvabijaka”) que significa “la totalidad de las semillas”. En vietnamita, se le llama Tang, que quiere decir mantener y preservar.

Estos diferentes nombres permiten identificar los tres aspectos de la consciencia de almacenamiento. El primer significado es de un lugar, un “almacén”, donde se guardan todos los tipos de semillas e información. El segundo, mucho más cercano al vietnamita, es el que indica que no solamente lo almacena, sino que también la preserva. Y el tercero, es el sentido de procesar y transformarla.

Podemos pensar en la consciencia de almacenamiento como un museo, un museo solamente puede llamarse museo cuando tiene cosas en él. Si está vacío, podría decirse que es un edificio, pero no un museo. La conservadora del museo, es la persona responsable del museo y su función es mantener los diferentes objetos y resguardarlos.

La consciencia de almacenamiento se refiere a la acción de almacenar y a lo que se almacena. Esto es, toda la información pasada, de nuestros ancestros y la recibida por las otras consciencias. En la tradición Budista, esta información se almacena como semillas.

Imagina que escuchas una canción por primera vez. Tu oído y la música se unen y provocan una manifestación mental que hace vibrar la consciencia de almacenamiento, esa información es una semilla nueva, que llega al almacén. La consciencia de almacenamiento tiene la capacidad de recibir esa semilla y guardarla, para preservar la información que contiene. Pero, la función de la consciencia de almacenamiento no es solamente el de recibir y almacenar esas semillas, también tiene como responsabilidad el procesar la información.

El trabajo de procesamiento no es muy demandante. Por lo que la consciencia de almacenamiento no requiere tanta energía como la consciencia mental. Mucha información se puede procesar sin que nosotros tengamos que actuar directamente.

Por ejemplo, si durante la noche baja la temperatura en tu habitación, pero no demasiado para despertarte, tu cuerpo sentirá el frío, mediante la consciencia de los sentidos, sin la intervención de la consciencia mental. Y la consciencia de almacenamiento le dará una instrucción a tu brazo para que alcance la cobija sin tu ser consciente de ello. La consciencia de almacenamiento trabaja en la ausencia de la consciencia mental. Puede hacer muchos planes y tomar decisiones sin que tú sepas de ellos.

Cuando entramos en una tienda, tenemos la impresión, mientras observamos los productos, que tenemos libre albedrío y que, después de considerar el aspecto financiero, somos libres de elegir lo que queramos. Si nos preguntan qué queremos, podemos señalar o verbalizar el objeto que deseamos. Y continuaremos pensando que somos personas libres, usando nuestra mente consciente para elegir las cosas que nos gustan. Pero es solamente una ilusión.

Todo ya ha sido decidido por nuestra consciencia de almacenamiento. En ese momento, dejamos de ser libres. Nuestro sentido de la belleza, lo que nos gusta o disgusta, ha sido decidido muy certeramente y muy discretamente en el nivel de consciencia de almacenamiento.

El grado de libertad que tiene nuestra consciencia mental, es en efecto muy pequeño. La consciencia de almacenamiento dicta muchas de las cosas que hacemos, porque continuamente recibe, adhiere, mantiene, procesa y toma múltiples decisiones sin la participación de la consciencia de la mente. Lo bueno es que sabemos que con práctica, podemos influir en nuestra consciencia de almacenamiento. Podemos influenciar como almacena y procesa la información para tomar mejores decisiones.