Capas de la consciencia: Consciencia de los sentidos
El segundo nivel de la consciencia es la consciencia de los sentidos, es la consciencia que viene de nuestros cinco sentidos: oído, vista, tacto, gusto y olfato. Algunas veces a estos sentidos los llamamos “puertas”, porque todos los objetos que percibimos entran a la consciencia a través de nuestro contacto sensorial con ellos. La consciencia de los sentidos siempre involucra tres elementos: El órgano sensorial (oídos, ojos, cuerpo/piel, lengua y nariz), el objeto sentido en sí mismo (lo que estamos escuchando o lo que tocamos), y nuestra experiencia sobre lo que estamos escuchando, viendo, tocando, saboreando u oliendo.
Conciencia del oído: Es la consciencia que asimila los objetos de escucha, ya sean articulados o inarticulados, placenteros o desagradables, y sean o no causados por elementos asociados a la consciencia.
Consciencia ocular: Es la consciencia que asimila las formas físicas, como los colores y las formas. No las interpreta (no les “pone nombre”), esa es la función de la consciencia mental.
Consciencia del tacto: Es la consciencia que asimila los objetos del tacto, ya sean los cuatro elementos (tierra, agua, fuego o viento), o los objetos que surgen de esos elementos (suavidad, aspereza, pesadez, ligereza, frío, hambre, sed).
Consciencia del gusto: Es la consciencia que asimila los objetos de sabor, sin importar si son dulces, salados, amargos, agrios, picantes o astringentes (los que “secan” la boca).
Consciencia del olfato: Es la consciencia que asimila los objetos de fragancia, sean agradables o desagradables, no penetrantes (iguales) o penetrantes (desiguales).
Cada una de ellas, mantiene una función doble. Donde la consciencia sensorial es placentera, se asocia a una consciencia resultante indeterminada (neutral) con un resultado positivo. Donde es dolorosa, se asocia con la consciencia resultante indeterminada de un resultado no provechoso.
En algunos escritos budistas, hay seis sentidos sensoriales, pues además de estos cinco, consideran la interpretación o asimilación de los fenómenos de los objetos en la mente como el sexto.
Lo que resulta importante es que logremos entender la separación entre el detectar el estímulo que causa un objeto, de la interpretación que se hace del mismo. De esta manera, podemos generar una consciencia mucho más acertada sobre lo que percibimos y tratar de separar el estímulo de nuestro juicio sobre el objeto.
—Siderits, M., Keng, C., & Spackman, J. (Eds.). (2020). Buddhist philosophy of consciousness: Tradition and dialogue. Brill.
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