Capas de la consciencia: Consciencia Mental

El Buda histórico enseñó que la consciencia es un continuo, como un flujo de agua. De acuerdo con Thich Nhat Hahn, un maestro budista y estudioso del Abhidharma la consciencia está compuesta por cuatro capas. Estas cuatro capas de la consciencia son la consciencia mental, la consciencia de los sentidos, la consciencia de almacenamiento y los manas.

El primer tipo de consciencia, de la que hablaremos en este artículo, es la mental; Es la que hace planes y juicios, se preocupa y analiza. La consciencia de la mente es parte de nuestro cuerpo porque no podría haber consciencia de la mente sin nuestro cerebro. Ya que un cuerpo sin consciencia no es un cuerpo vivo, y la consciencia no se puede manifestar sin un cuerpo, el cuerpo y la mente son dos aspectos de una misma cosa. Aunque no debemos decir que la consciencia nace del cerebro, por el hecho de que el cerebro nace de la consciencia.

Esto quiere decir que esta capa de la consciencia, está en directa relación con nuestra percepción del mundo y nuestros esfuerzos por tratar de comprenderlo. Pero no con la sensación del mundo u objetos como tal. 

La consciencia mental se mantiene en función incluso cuando nuestros sentidos ya dejaron de percibir algún objeto/sensación, lo que genera un segundo momento, como un facsímil del objeto en nuestros pensamientos y de las relaciones que nuestros conocimientos tienen con él.

Podríamos decir que la consciencia mental es una especie de producto resultante de la percepción sensorial y de experiencias previas (ya que ninguna de estas dos pertenece a la consciencia mental). Tratando de adecuar los planes, preocupaciones o juicios para pasarlos a una capa distinta y dar sentido a la información que está trabajando. 

Es importante que entendamos que todo esto sucede de manera deliberada y consciente. Usualmente, sabemos qué estamos pensando, que nos está preocupando y que queremos que suceda.

Esto quiere decir que la consciencia mental no es la ejecutora de las decisiones, tampoco es la que genera un incremento en la toma de conciencia, pues aunque sí genera una manifestación mental (ya que si forma parte en los pensamientos) no realiza una impresión fuerte en la conciencia.

Es por esta razón, que la consciencia mental es la más demandante de energía, siempre está trabajando. Porque aunque el cerebro es solamente el 2% del peso del cuerpo, consume aproximadamente el 20% de la energía. Utilizar la consciencia mental es costoso: pensar, preocuparse y planear usan mucha energía.

Podemos disminuir este gasto energético entrenando a nuestra consciencia de la mente en el hábito del mindfulness. El mindfulness nos mantiene en el tiempo presente y le permite a nuestra mente relajarse y soltar la preocupación (y la energía que consume) sobre el pasado o al tratar de predecir el futuro.

Muchas veces, tenemos un sentido elevado de consciencia cuando nuestra percepción está centrada por completo en el momento presente. Esto nos permite distinguir de una mejor manera nuestros pensamientos y reacciones ante los estímulos que nos rodean, promoviendo el autocontrol, objetividad y tolerancia. Elementos altamente relacionados con nuestro bienestar.

Como podemos ver, la consciencia mental está estrechamente relacionada con los otros niveles o capas de consciencia. Y es la que además de consumir la mayor cantidad de energía, nos permite de manera consciente establecer juicios y planes para generar acciones. Usualmente, cuando se habla de consciencia en un nivel científico, se refieren a este nivel, ya que tiene que ver con nuestros pensamientos conscientes.

—Siderits, M., Keng, C., & Spackman, J. (Eds.). (2020). Buddhist philosophy of consciousness: Tradition and dialogue. Brill.

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